El amor por lo coleccionable existe hace rato. Siempre hubo gente que se dedicó con gran pasión a juntar, conseguir, comprar, distintos objetos que fueron transformando en sus tesoros personales. Y hoy en día, siendo una minoría, siguen existiendo personas de esas características. Al hecho del coleccionismo se le suma un aspecto no menos importante, y esa es la nostalgia. Esto se da porque en la actualidad, con tanto avance tecnológico, tanta cosa descartable y tantos objetos de una corta vida útil, no se encuentra como en otras épocas gran variedad de artículos que inspiren ser coleccionados.
Siempre hay excepciones y una de ellas son los discos de vinilos en el presente. Caso extraño el de ciertos melómanos actuales que en vez de subirse a la ola de la música digitalizada, insisten con los vinilos. No es la intención desprestigiar el fácil acceso a la música en general que permite por ejemplo Internet, esto pasa por otro lado. Lo de estos coleccionistas es una mezcla entre obsesión por la música y el amor que le genera una púa pinchando el vinilo, algo que roza prácticamente lo romántico. Las ventajas concretas, más allá de tanto sentimentalismo, es la calidad de sonido y la durabilidad de la música encerrada en esos círculos negros, la “alta fidelidad” de los mismos. Pero no se puede negar que tiene cierta magia conseguir los originales de la época, y una de las mayores satisfacciones para estos enfermos de la música es revolver entre pilas de discos, con los dedos llenos de polvo y encontrar la figurita difícil o algo impensado.
No todo atesorador de vinilos es DJ y viceversa. Las personas que padecen de “la fiebre del vinilo” en su mayoría son pinchadiscos, algo que resulta muy positivo ya que comparten con los oyentes su preciado tesoro. Resultan algo incomprendidos, ya que gastan buena parte de su sueldo en discos de más de 40 años, y se los ha visto madrugando un domingo luego de trasnochar para revolver bateas en Parques siempre en busca de algo más para agregar a la colección.
Estos individuos están desparramados por ahí, por España, Inglaterra, Paraguay, Brasil, Uruguay, México y etc. pero algo los une, y es ese amor nostálgico por la música, por los discos y de alguna manera por querer contagiar a otros de ese sentimiento.
En Buenos Aires, la chispa del vinilo se encendió hace rato, ya sea de la mano de la música Jamaiquina de los 60’s, el Beat o del Soul y gracias a que hoy en día es mas sencillo difundir un evento se pueden encontrar algunas fiestas a las que ir para compartir esta magia. Si sienten algo de curiosidad después de leer estas líneas, estén atentos a las próximas fiestas como la Brixton Memories (música jamaiquina), Club Shake (Beat, Garage, Psicodelia, Soul) y algún soundsystem en La Cultura del Barrio y el Salón Pueyrredón. Cuidado, al menor descuido se pueden contagiar de esta fiebre!
* Texto de Lila Ferreira para Bs As Do the Ska
muy lindo lila!! y bsasdotheska!
ResponderEliminarquiero mas!!
Siii de una, se vendrán más cosas!!!
ResponderEliminarIncreíble, se me empaña la vista
ResponderEliminarpor momentos.
Genias!